lunes, 23 de febrero de 2015

LAS MIL Y UNA CARAS






Pulsa el Play antes de empezar a leer


Mientras conduzco, Sade me regala una de esas canciones que te llevan a la serenidad y a expandir la mente a pensamientos curiosos, esos que solo puedes tener cuando la tranquila soledad nos acompaña, absorbida en mis pensamientos, entre cambio de marcha e intermitente a la calle que me lleva hacia casa, pongo el piloto automático de mi mente y me voy al país de las Mil y una caras, ese que te lleva a tener mil y una sensaciones, esas que se sentimos cuando miramos a alguien y a través de la mirada nuestros sensores se activan captando cada vibración y gesto, esas caras que a simple vista no nos dicen nada, tímidas, reservadas para cuando necesitemos que nos lo digan todo, las más atrevidas que parecen hablar claro y decir tanto pero poco a poco se van difuminando hasta quedar en nada, las que son todo amor y ternura, capaces de alegrate el día con su inocente sonrisa, esas que te estremecen y remueven sentimientos obligando al corazón a parar de golpe,  para luego retumbar acelerado dentro de la caja torácica, incluso las que se quieren tanto a si mismas que no tienen la suerte de poder querer a nadie por miedo a sentir.
El dicho es, la primera impresión es la que cuenta, el sexto sentido también llamado intuición, te dejas llevar por él, y parece mentira como  puede hacerte sentir incomoda al cruzar la mirada con ese rostro que por alguna causa te trasmite desconfianza,  y te obliga a mantener una distancia mínima de seguridad, percibes que hay algo que no te gusta, algo que te hace sentir incómoda.
Rostros que rebosan humanidad o los que llenos de sabiduría te muestran su larga trayectoria, los que sin saber nada de ellos reflejan sufrimiento a pesar de su piel joven y tersa, porque si te fijas bien, puedes ver más allá que una simple cara , puedes ver al tipo de persona con la que te estás cruzando, si piden ayuda a gritos o pronto la pedirán, si son felices o quieren aparentar serlo, aventureros, soñadores, miradas perdidas sin más,  observando sus rostros se aprende mucho, eso si, no te olvides de observar primero el tuyo porque cada uno es como esas canciones que nos remueven por dentro, tienen el don de hacerte sentir, bailar, llorar u obligarte a cantar con ellas, porque a pesar de en algunos casos no entenderlas porque estén en otra lengua, intuyes el mensaje y te dejas llevar por él, porque te trasmite algo que te gusta y si no es así, tú decides cambiar la canción al igual que con las caras, siempre puedes mirar hacia otro lado, porque lo que ves no te interesa o simplemente lo que te trasmite no es de tu agrado, y prefieres seguir paseando entre rostros que sin hablar lo dicen todo.

Tu mirada es capaz de decirme tantas cosas que simplemente observándote empiezo a entender quien eres.
(La niña de ojos tristes)

No hay comentarios:

Publicar un comentario