Mañana a estas horas, nuestra mesa estará a rebosar, manjares que algunos no podrían degustarlos ni en sus mejores sueños, acabaremos hasta los topes, incluso habrá comida para llenar algún tupper de camino a otra casa, hasta podría decir que algo acabará en el cubo de la basura porque el aspecto no nos convence, no solo comeremos, beberemos y brindaremos por la llegada del nuevo año, por los que estamos presentes y por los que no, por los que desde el cielo nos miran y por los que a unos cuantos kilómetros de distancia hacen exactamente lo mismo que nosotros, intentaremos comernos las doce uvas, llegan los cuartos y con ellos los nervios, las 12 en punto, entre campanada y campanada y todos a carrillos llenos, observándonos, mirando cuantas uvas le quedan al de alado o al de enfrente, esa sensación de ahogo que por orgullo no muestras y piensas, ¡ESTE AÑO ME COMO LAS DOCE UVAS! cuando quedan tan solo las dos últimas campanadas vas pensando el deseo, ¡Este año seguro que se cumple, me las he comido todas y dentro del plazo acordado, doce campanadas, doce uvas = un deseo cumplido!
Yo me he tomado este momento para analizar, no solo mi año, en general, en el mundo, en el de los que me rodean y llego a la conclusión de que somos simples, vemos pasar los años uno tras otro, nos planteamos nuevos propósitos para los siguientes 365 días, metas que ya arrastramos de años anteriores y que nunca llegamos a conseguir, unos se proponen perder peso, hacer más deporte, comer sano, otros dejan de fumar para luego volver, hasta los más valientes se proponen cambiar de vida dando un giro de 360º luego poco a poco va llegando todo a la normalidad, al enfriamiento emocional el cual ha sido poseído por un subidón de sensaciones combinado con algo de vinito, y tiramos más de la mitad de nuestras metas al saco de COSAS PENDIENTES, porque no nos damos cuenta de que el futuro más lejano que tenemos es el AHORA, este momento, porque mientras yo escribo esto y tu lo leas, estarán pasando cosas, estará muriendo alguien que deja una familia en pena o por el contrario estará naciendo alguien que llenará de alegría un hogar, habrán miles de personas en hambruna, niñas secuestradas, mujeres maltratadas, gente desahuciada que este año no podrá comerse las doce uvas y pedir el deseo de tener una nueva casa, pasaran cosas y seguiremos mirando a otro lado o mirando de reojo, porque la vida sigue y como no va a ser difícil cambiar el mundo cuando la gente no sabe cambiar ni sus propias vidas.
Feliz año nuevo.
